Es otro el que cuida tus hemorragias tan de prisa que no las percibes
pero soy una de ellas,
y no me extrañas cuando sana, caminas por sus campos;
heroicamente como gallo te despierta en las mañanas
con un canto inframarino y elocuente
preparando la faena de compartirte con nadie.
Así, dispongo mi tiempo para no perderte
aunque tu belleza sea fresca cicatriz
de un mamífero que está enamorado de ti:
es decir yo, es decir mis poemas
que reposan en mi pluma esperando nacer en tu boca.
Yo fingo tolerar la embestida de estar solo
de tenerte epígrafe de mi colchon
en la cabecera, bajo la almohada
sobre la mesa y en el frutero,
y todas esas partes mías que tú armoniosa estás colmando.
Añoro tus nudillos tocando a la puerta
mirar por el cerrojo y saber que es el destino
no una canción de amor, no un vendedor de biblias
sino la piedad de ver tu sombra extraviada en mi cama
y no en otra.
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